lunes, 23 de abril de 2012

T E M A 2 ________________


LA APRECIACIÓN PLÁSTICA DE ESTILOS ARTÍSTICOS LA NECESIDAD DE JUICIOS CRÍTICOS



Somos humanos. Apreciamos, valoramos, calibramos el fruto de nuestra percepción. La visión siempre es subjetiva. Entonces.... ¿quién decide qué es feo, grotesco, cómico u obsceno?

Es imposible establecer fronteras nítidas entre estos criterios. Sólo podemos afirmar una cosa con rotundidad. La apreciación de estos calificativos varía en función de la época, sociedad o categoría social que rodea a la obra. Su valoración es cambiante.

Tradicionalmente se definía lo feo por su consideración como repugnante. Lo obsceno como una violación del pudor. Y lo cómico como aquel comportamiento obsceno que hace reír.

Así en la Grecia antigua PRIAPO, divinidad menor, hijo de Afrodita, dotado de un enorme falo y protector de la fertilidad, era considerado ridículo y calificado de amorpho (feo). Pero a la vez simpático.

Pero si nos centramos en el plano social también encontraremos cambios. Hablando de la sátira podemos observar, que en la edad media lo cómico y lo obsceno son vías de desahogo de tensiones incontrolables por otros medios. Era una forma de descargar el desprecio y la rebeldía contra el opresor. Pero existen dos fenómenos distintos. La sátira contra lo rústico, que son manifestaciones del desprecio y de la desconfianza que el mundo feudal y eclesiástico sentía hacia los campesinos. Por otro, las fiestas carnavalescas. Los habitantes de las ciudades eran protagonistas de las parodias grotescas, vengándose alegremente de ese poder feudal y eclesiástico, y a la vez de las epidemias y desgracias acaecidas durante ese año.


En el cambio de estos fenómenos empiezan con RABELAIS, en 1532, en época renacentista.  Lo obsceno como característica de lo plebeyo se convierte en lenguaje y comportamiento de una corte real. La ostentación de la chocarrería, se traslada a la  literatura culta convertida en sátira.
A comienzo del siglo XVII, la sátira  da un vuelco y lo tonto pasa a ser astuto.
En el renacimiento  lo obsceno  entra en una nueva fase. Se representa bellamente no sólo lo feo-inocente, sino también lo considerado tabú, separando lo obsceno de lo feo. De esta forma, la obscenidad se convierte en motivo de delicado entretenimiento en los siglos XVII y XVIII. Ya en el S. XIX, lo antes considerado obscenamente feo, se trata en el arte y en la literatura realista, empeñada en mostrar todos los aspectos de la vida cotidiana.

Por último mencionar un género como el caricaturesco. Es una forma moderna de lo cómico y nace como instrumento polémico frente a una persona real o categoría social, enfatizando uno de sus rasgos hasta la deformidad. A veces las caricaturas denuncian la bajeza moral de personajes pero, en general, introduce la exageración como un factor dinámico que implica a su totalidad.
En el trasfondo de todo esto se quiere evidenciar el hecho de que todos los patrones son cambiantes. El concepto de qué es bello, simpático, estilizado o ridículo cambia en función de la época o el entorno social.


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